Tecnología y responsabilidad social
En McKinsey se preguntan si «la Inteligencia Artificial puede ayudar a la sociedad tanto como a los negocios«. Su conclusión es que es posible, aunque no está garantizado. Su conclusión es que depende de dos condiciones:
- Que las empresas adopten las tecnologías con el objetivo de acelerar la innovación y el crecimiento, y no como una estrategia para eliminar personal y reducir costes.
- Que la adopción de la tecnología se acompañe de medidas para gestionar de modo activo los cambios laborales que han acompañarla, y más en concreto gestionar las habilidades de los empleados.
Su conclusión es que hace falta que las empresas incorporen a su estrategia el concepto de «Responsabilidad Social de la Tecnología«, que equilibre de forma consciente el alineamiento entre los objetivos de negocio a corto y medio plazo y los impactos sociales a más largo plazo.
Añadiría que esta nueva responsabilidad debería extenderse también a quienes desarrollan las nuevas tecnologías y a quienes les financian. El argumento de que si es posible desarrollar una tecnología hay que desarrollarla es falaz, interesado y, en algunos casos, ética y socialmente irresponsable.
Son dos buenos QUÉ a los que, como en tantos otros ámbitos, tienen todavía un considerable déficit de cómos. Un tema a seguir durante los próximos meses, o quizá más.
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