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Si no tiene capacidad de predicción, ¿es ciencia?

Imagen: Christian Schnettelker

Leo en La Vanguardia una entrevista con Jean Tirole, Premio Nobel de Economía.

Me interesa y sorprende su titular:

«Los economistas no son buenos en previsiones

Siempre había entendido que lo que caracteriza a una disciplina científica es su capacidad de predicción. Por eso no estoy seguro de a dónde apunta el profesor Tirole con su afirmación.

Una posibilidad es que insinúe que tal vez la Economía (la denominada ‘ciencia económica‘) no debería ser considerada como ciencia. Como mínimo, no en el mismo sentido que la Física, por ejemplo.

No sería el único apuntando en esa dirección. En su libelo  «La economía no existe«, Antonio Baños escribía, creo que más en serio que en broma, que la economía, “si fuera una ciencia, sería la ciencia del ya veremos”. En la misma línea, para el autor del muy recomendable «Economía para el 99% de la población»,

La economía nunca podrá ser una ciencia en el sentido en que lo son la química o la física […] en particular porque los seres humanos —a diferencia de las moléculas químicas o los objetos físicos— tienen voluntad propia y libre albedrío”.

Hay otras interpretaciones posibles. Pudiera ser que el comentario de Tirole no apuntara a la Economía, sino a la capacidad de predicción de los economistas. Un grupo social entre el que, citando a The Economist, «no abundan los intelectos humildes y pragmáticos«.

Aunque también puede ser que todo lo anterior sea una disquisición originada por la sensación creciente de que quizá nos convenga una mirada colectiva a los límites de las ciencias (no sólo de la Economía) y a las limitaciones de algunos científicos. Tema para próximas entradas.

 

 

El futuro no está en los datos

Confieso un desasosiego creciente por el modo en que a menudo se abordan los temas tecnológicos y/o científicos en los medios de comunicación en general.

La portada que reproduzco, del suplemento Ideas de El País de 26/3/2017 me sirve de ejemplo.

En primer lugar, aunque en tono menor, me desorienta que se escoja esa fotografía como portada de una edición que tiene el ‘Big Data’ como asunto central. El pie de foto indica que se trata de seis científicos trabajando en un centro de control de satélites en 1957. Mucho antes, como es obvio, del nacimiento del ‘Big Data’. Se observa de otra parte que, como cabría esperar, los seis personajes trabajan no con datos, sino con ecuaciones de movimiento y fórmulas trigonométricas.

Anécdotas aparte, es el titular «El futuro está en los datos» el que realmente motiva esta entrada. Estrictamente hablando, los datos reflejan solamente el pasado. Es cierto que usando esos datos se pueden hacer hacer modelos explicativos de cosas que sucedieron, con la expectativa de que esos modelos sirvan de guía para predecir cosas que podrían suceder.

Pero, incluso si compramos al 100% esta expectativa, es en los modelos y no en los datos en donde (quizá) está el futuro.

Cuando emergía todo este asunto del Big Data se puso de moda afirmar que «Data is the new oil«. Que los datos serán para la economía digital lo que el petróleo para la industrial. Pero el petróleo, siendo un combustible fósil, fue y sigue siendo una herencia del pasado. El futuro nunca estuvo en el petróleo, sino en las perspectivas de su extracción, tratamiento y uso.

La analogía sirve también para recordar que el quasi-monopolio del acceso al petróleo fue en su momento el origen de grandes fortunas. La posibilidad de explotar un similar quasi-monopolio de acceso a los datos (nuestros datos) es un futuro que algunos persiguen. Pero esa es otra cuestión.