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Asumir la libertad de escoger nuestro papel

Los propósitos de fin de año me han llevado a una lectura más reflexiva de «Conscious Business: How to Build Value Through Values».  Sin descartar que vuelva sobre ello más adelante, sólo unos apuntes:

  • Puede leerse asimismo como ayuda para construir organizaciones conscientes, sean o no de negocio.
  • Pienso que en muchos de los dominios donde se producen conflictos y se plantean retos ayudaría mucho asumir la consecuencia de la elección, individual y colectiva, sobre asumir el rol de víctima o el de protagonista. Aceptando, de entrada, que todos somos víctimas en algunos ámbitos, pero no deberíamos resignarnos a serlo en todos.

Una vez más, sin embargo, la propuesta de abandonar el papel de víctima para adoptar el de protagonista es un QUÉ (¿qué hacer?) al que le falta el CÓMO (¿cómo hacerlo?). En el actual mundo VUCA (Volátil, Incierto, Complejo, Ambiguo), andamos cortos de certezas sobre cómo abordar los futuros, tanto individuales como colectivos.

Desde una perspectiva social, aparecen múltiples estrategias. De una parte, en relación a quienes asumen abiertamente roles de protagonismo. Emprendedores que crean nuevos proyectos, o intra-emprendedores cuyo objetivo es revitalizar organizaciones o instituciones ya existentes.

Pero también al respecto de las víctimas. Para desactivar los bloqueos de quienes sitúan su zona de confort en la cultura de la queja. Pero también, a menos que se acepte mantener o ampliar fracturas que ya existen, para ayudar a cambiar de conducta a quienes, tal vez por su trayectoria vital, sólo saben sentirse como víctimas aunque quisieran no serlo. Continuará.

NOTA: El hecho de que la portada del libro contenga una recomendación de la COO de Facebook no debería echar para atrás a un lector inquieto. Parece ser que ella no se aplica el principio de responsabilidad incondicional, uno de los pilares del argumento del libro.

#Tech4Who’sGood

En una entrada anterior proponía evitar caer en la trampa de la elección binaria entre #Tech4Good y #Tech4Bad, de modo que la reflexión y el debate partiera de una cuestión abierta, como #Tech4What.

«El ritmo de innovación tecnológica es impresionante. Está teniendo impacto en prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas. Y lo continuará haciendo – de muchos modos que no podemos todavía imaginar.»

Esta cita, extraída de un artículo de una profesora de la London Business School sobre los robots y el futuro del trabajo me motiva a añadir a la anterior otra pregunta abierta: #Tech4Who’sGood.

El impulso a la tecnología, en este caso a la robotización guiada por inteligencia artificial, no tiene lugar espontáneamente. Nada lo hace. Para explicar la dinámica de los cuerpos materiales, Newton propuso su famosa ecuación «F = m*a«; si un cuerpo se acelera es porque actúa sobre él alguna fuerza. De hecho, las escuelas de negocios de élite enseñan precisamente éso a quienes pueden pagar la matrícula: a participar de las fuerzas que conforman el futuro («El futuro pertenece a los líderes, te pertenece«, leo en un banner de la London Business School).

Como era de esperar, la profesora de la LBS tiene presente una de las causas de este fenómeno:

«Quizá este futuro es indescifrable a largo plazo – más de 1o años – pero hay señales que nos pueden ayudar a pensar acerca del corto y medio plazo […] Una señal a observar es a dónde va el dinero de los inversores.»

Omite, sin embargo que, como Carlota Pérez y otros autores han mostrado, la inversión en épocas como la actual está impulsada por capital especulativo, entre cuyas prioridades está la apropiación de los beneficios de la innovación, pero no la responsabilidad de los daños colaterales que ésta pueda producir. En el pasado, el deterioro ecológico. En el futuro inmediato, tal vez un deterioro social consecuencia de la destrucción de empleos y el aumento de las desigualdades.

La trampa de argumentos de este estilo es presentar como una reflexión imparcial lo que en puridad es el resultado de una ideología (y axiología) que se desvela al llegar a las recomendaciones:

«Como individuos, como organizaciones y como sociedad tenemos que aceptar que las continuas innovaciones en tecnología tendrán grandes consecuencias en nuestras vidas […] Debemos aceptarlo. Tendremos que adaptarnos […] Hace falta solamente que seamos lo suficientemente ágiles – anticipándonos, adaptarándonos, aprendiendo – para captar el potencial de la tecnología.»

La necesidad de rebatir esa lógica me parece evidente. La propia autora da pie para ello al concluir al final de su panfleto que:

«No somos observadores pasivos […] Nos corresponde a todos explotar la tecnología en lugar de dejar que sea la tecnología la que determine la narrativa.»

Pero quien ‘determina la narrativa‘ no es la tecnología, sino las actuaciones de quienes, como la autora, defienden desde una posición de privilegio la lógica de quienes la conciben, financian, desarrollan e imponen.

Es cierto: faltan narrativas alternativas. ¿Las tendremos? Como la propia Carlota Pérez desgrana en esta entrevista, no podemos darlo por seguro. Como individuos aislados, buscando ‘soluciones individuales a las contradicciones del sistema(Bauman dixit) somos socialmente impotentes.  Necesitamos construir grupos, organizaciones e instituciones sociales capaces de generar alternativas prácticas a las que está imponiendo la lógica de los exponencialistas. Y sobre éso, sobre construir este tipo de organizaciones e instituciones, estamos todavía aprendiendo. Tema para próximas entradas.