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La filosofía es necesaria para entender la ciencia

«Los modelos matemáticos – nos cuentan en el video adjunto – nos proporcionan imágenes bonitas y fáciles de digerir acerca de cómo funciona el Universo […] Pero debemos tener cuidado sobre el valor que damos a estos modelos en nuestro pensamiento […] El modo en que describimos el mundo influencia cómo creemos que es el mundo. Incluso cuando hay otros modos igualmente correctos de describir el mundo que emplean imágenes totalmente distintas de las nuestras.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=lHaX9asEXIo&w=800&h=450]

¿Por qué llamar la atención sobre ello? Porque, citando a Marcelo Gleiser, el análisis de los límites de la ciencia es muy necesario cuando la arrogancia en la especulación científica es manifiesta. De que haya leyes de la naturaleza no se deduce directamente, que todo lo que sucede obedezca a leyes naturales. La suposición de que sólo es genuino el conocimiento científicamente asegurado y formulado en un lenguaje supuestamente experto es sólo eso, una suposición que no puede probarse científicamente.

Reflexiones de este tipo parecen especialmente necesarias en el terreno de la neurociencia. Observamos que es cada vez más frecuente que se describa el cerebro como una máquina, o al ser humano como un complejo procesador de información. Quizá sólo porque falta imaginación para pensar de otro modo. Quizá porque, como apuntaba Jaron Lanier, interesa a algunos degradar a las personas para que los ordenadores parezcan más potentes.

Me anima leer a alguien como Seth Godin escribir así sobre (los límites) de la ciencia:

«La ciencia es un proceso. No se trata de pretender que tiene la respuesta correcta; solamente que es el mejor proceso para acercarse a la respuesta correcta.»

Creo que más de un científico, y sobre todo más de un pseudo-divulgador de la ciencia o divulgador de la pseudo-ciencia podrían aprender de él algo más que marketing.

Continuará.

La fe en la ciencia es también un acto de fe

Es cada día más frecuente encontrar quien describe como VUCA (Volátil, Incierto, Complejo, Ambigüo) el mundo en que vivimos.

Es posible que no quede otro remedio que acostumbrarnos a vivir de forma permanente en este estado de volatilidad, incertidumbre y ambigüedad (doy por sentado que la complejidad ha llegado para quedarse).

Pienso, sin embargo, que una gran mayoría de las personas prefieren (como mínimo en alguna medida) la estabilidad, la certidumbre y la claridad. Pero cada vez está menos claro cómo conseguirlas, de qué recurso o recursos echar mano.

Quizá el más tradicional sea la religión y la fe en la religión. Pero está cada vez menos de moda. Para otros, la ciencia, la tecnología y el progreso basado en el desarrollo científico y tecnológico será la solución de todas las incertidumbres. Dos puntos de vista que a menudo se contraponen.

Un artículo reciente sobre la posverdad proporciona un ejemplo ilustrativo.  Al hilo de la confrontación entre datos y posverdad, el articulista se pregunta:

«¿Nos podrán salvar los números de la posverdad?»

Y se responde:

«Desde luego, pero que lo hagan dependerá de que logremos ilustrar a la gente. De que convenzamos al mundo de que debe entender la matemática y la ciencia. De que enseñemos a los maestros a enseñar a los alumnos a pensar de forma racional, inteligente y creativa. De que construyamos una sociedad abierta que adopte la razón como guía.»

El peligro que denuncia es que «muchas veces las certezas tienen más que ver con la fe que con la realidad», y que «la fe es irracional».

Afirmaciones a las que se pueden oponer dos réplicas:

  • Si la fe, en lo que sea, existe, es que forma parte de la realidad. La existencia de la fe es una certeza.
  • La fe en la ciencia y en la tecnología no deja de ser también un acto de fe.

La segunda me parece más fundamental y evidente, por más que los más apegados al materialismo científico se empeñen (de modo quizá no consciente) en ignorarlo. Traduzco de un artículo en una publicación para nada anti-científica como Wired:

«Esta es la naturaliza de la ciencia. Nunca ‘prueba’ nada de forma definitiva. Todo lo que la ciencia puede hacer es ofrecer la mejor respuesta usando un modelo basado en los datos disponibles […] La ciencia no puede probar que el modelo sea cierto, pero puede probar que no lo es […] Por ello nunca me ha gustado el término ‘hecho científico’ o la frase ‘La ciencia prueba que …’. Entiendo lo que la gente quiere decir con ello, pero no es como la ciencia funciona.»

¿Cómo funciona pues la ciencia? Copio de un libro de una física mediática (negrillas añadidas).

«Los científicos tratar de imaginar objetivamente cómo suceden las cosas y qué marco físico podría explicar lo que observan. Quienes trabajan en la ciencia tratan de evitar que las limitaciones o los prejuicios humanos nublen la imagen de modo que puedan confiar en sí mismos para obtener una comprensión no sesgada de la realidad.»

Creo que, además de lo improbable de la imaginación objetiva, es evidente que este párrafo contiene, aparte de un acto de fe en la ciencia, uno añadido acerca de la capacidad de los científicos de evitar limitaciones y prejuicios humanos, empezando por los suyos propios. De hecho, según otro artículo en Wired,

«Investigadores la Universidad de Yale han demostrado que las personas con un nivel alto de educación son las más inquebrantables en sus convicciones.»

Concluyendo. La insistencia de algunos científicos, basándose en su inquebrantable fe en la ciencia, en contraponer fe y ciencia me parece no sólo contradictoria, sino poco científica.