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El futuro que viene

Babelia 170121

Ilustración de Babelia, 21/1/2017

Interesante artículo («El futuro que viene«) de José Luis Pardo en Babelia. Extraigo el que me parece uno de sus párrafos centrales:

«El futuro se ha independizado completamente del presente; es decir, ha dejado de ser el resultado o la consecuencia del progreso acumulado por el pasado y el presente y se ha convertido en el auténtico foco autónomo desde el cual mana el tiempo, y el presente y el pasado ahora se definen con respecto a él.»

Resuena con el tema de una entrada anterior en este mismo espacio:

En las historias de aventuras, disponer de un mapa, del mapa del tesoro, es en sí mismo un tesoro codiciado. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado. Como nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.

Hoy en día, el mapa que nos presentan no es el de un tesoro histórico, de una riqueza pasada por recuperar, sino el de un tesoro futuro que algunos están ya dibujando y construyendo. Alerta.

 

 

El mapa de la transformación digital

Gartner Digital MapVuelvo sobre el tema de los mapas y el poder, que apareció tangencialmente en una entrada anterior.

En momentos de incertidumbre como los actuales, disponer de un mapa fiable, incluso sólo de un mapa creíble, es una fuente de poder. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado o por conquistar. Como bien nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.

Hoy traigo un ejemplo: este mapa del marketing digital que publica la consultora Gartner. Lo presentan de este modo:

«El territorio digital es amplio y complejo […] Con este nuevo mapa interactivo de Gartner puede navegar por este territorio como un nativo. Hemos simplificado el paisaje y añadido puntos de referencia relevantes, de modo que usted pueda identificar las mejores fuentes para sus necesidades y adquirir sistemas que trabajen bien juntos.»

Sólo añadiré un comentario. Entre los recursos que el mapa describe no están las personas: sólo las tecnologías. ¿Un error de omisión? Pienso que no. Más bien parte de un storytelling deliberado que tiene como objetivo convencer de que cada vez hay más personas prescindibles.

La última entrevista a Zygmunt Bauman

Zygmunt BaumanHemos sabido de la muerte de Zygmunt Bauman el mismo día en que aparecía una entrevista suya en La Vanguardia.

Habrá hoy en los medios reseñas sobre su obra mejores que la que yo pudiera hacer aquí. Pero, aparte de recordarle y desearle un feliz tránsito hacia donde sea, quisiera destacar dos extractos de esa última entrevista.

Preguntado sobre hacia dónde gira el mundo en los tiempos turbulentos en que vivimos, Bauman responde:

«Estamos pagando el precio por los treinta o cuarenta años de atracón, de juerga otorgados por una serie de obsesiones demoníacas interconectadas, como vivir a crédito, la orgía consumista, la creciente brecha entre los ganadores y los derrotados, la nacionalización de las ganancias y la individualización de las pérdidas, el encogimiento de los rangos de los ganadores frente a la multiplicación de los perdedores y una globalización para los ricos que va aparejada con atar a los pobres al suelo

He subrayado la mención a las obsesiones demoníacas, porque una de las características de Bauman era escoger con cuidado las palabras. Podría tratarse simplemente de un desliz verbal (aunque la entrevista se llevó a cabo por correo electrónico). Pero la referencia al demonio vuelve a aparecer unas líneas más allá:

«Como regla general los gobiernos se desviven en focalizar sus políticas y las mentes de sus electores en lo que dé beneficios políticos de esos problemas. E igual que el diablo escapa corriendo del agua bendita, mantienen lo no aprovechable o rotundamente explosivo lejos de la conciencia pública.

La entrevista incluye una tercera alusión, si bien algo más velada, en la misma línea:

Trump es el candidato perfecto de la era viral, con las emociones fuera de control, compartiendo lo que viene del inconsciente, odio, miedo a los otros, ira.

Nuestros demonios personales, aquellos con los que cada uno de nosotros convivimos en alguna medida, se cuelan en nuestra vida por el inconsciente. Bauman se queda a un paso de sugerir que Trump es un personaje dominado por obsesiones demoníacas.  Desde luego, sus desplantes en Twitter parecen más el resultado de un impulso pasional irresistible que de un cálculo racional y meditado. (En la misma línea, recomiendo ver el retrato de Teresa May vista por el gran Perico Pastor).

Bauman escribió contra la desigualdad y la injusticia. Pero sus escritos van más allá de la indignación. Creo que a lo que apunta en esa entrevista es que hemos de ser cosncientes de que el mal existe, y es más que la ausencia de bien. Pero también a que el bien también existe, pero que convertirlo en realidad exige más que buenas intenciones:

«Todos hemos sido ya seleccionados, sin habernos pedido nuestro consentimiento, para la condición cosmopolita: somos ya todos interdependientes en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Pero no hemos adquirido todavía una conciencia cosmopolita. Ni siquiera hemos tampoco comenzado a realizar intentos serios de adquirirla.«

Bauman era un provocador en un doble sentido. El más obvio, como denunciante. Pero también al incitarnos a aprender a organizarnos para ejercer una acción colectiva eficaz. Copio de «En busca de la política«, uno de sus libros menos conocidos:

«Si la libertad ya ha sido conquistada, ¿cómo es posible que la capacidad humana de imaginar un mundo mejor y hacer algo para mejorarlo no haya formado parte de esa victoria? […] El incremento de la libertad individual puede coincidir con el incremento de la impotencia colectiva.«

Retos a los que nos corresponde responder, ahora sin su acompañamiento. Desarrollar una conciencia colectiva; crecer la voluntad de seguir sus dictados; aprender la técnica moral que permita llevarlos a la práctica. Descanse en paz.

 

Politizar la tecnología

160517 Blog«Hay un vacío moral creado por una tecnología que ha superado la política.» (Zygmunt Bauman, «Ceguera moral«)

Estoy seguro de que suena raro. Abogar, en tiempos de descrédito de la política, por politizar la tecnología. Pero lo hago a conciencia. Podría matizarlo, pero poco. Defendiendo, por ejemplo, que la tecnología se politice bien. Pero eso no niega la mayor. Que la evolución de la tecnología, el debate sobre cómo se desarrolla, cómo se ofrece, cómo se adopta, no debería estar al margen de la política. Pero lo está.

Suscribo el argumento de de Josep Ramoneda en un artículo  en El País:

«Unos dicen que no se pueden poner puertas al campo del progreso tecnológico, y posiblemente tienen razón, pero ello no quiere decir que no se tenga que regular y establecer criterios (legales, culturales y morales) sobre su uso, salvo que asumamos como un destino que si se dispone de instrumentos de destrucción masiva, material o espiritual, se acabarán utilizando. Lo que no cabe en el discurso sobre el progreso es la resignación. No se puede hablar propiamente de progreso si no es desde la crítica y politizándolo, es decir, colocándolo en el centro de la cosa pública, de lo que nos atañe a todos en tanto que animales políticos, condenados a vivir con los otros.«

Hay un contraste evidente, para nada trivial, con otra pieza reciente, también en El País. En la línea del discurso tecnófilo al uso, empieza reconociendo que «el nuevo ecosistema digital genera cambios de extraordinaria magnitud que inciden ya o van a incidir directamente en la vida de las personas«. Lo cual justificaría, en la línea de lo anterior, una visión crítica y una gestión política. La conclusión, sin embargo, es la opuesta:

«Para que la sociedad de la información y del conocimiento funcione son necesarias una educación y una cultura acordes a las prácticas digitales. Solo así se conseguirá superar la brecha tecnológica que todavía divide a quienes han abrazado con firmeza la innovación y la creatividad y quienes viven todavía en modo analógico.«

Suena bonito, superficialmente. Pero hay que entrar en los detalles de cómo se conforma esa sociedad de la información y el conocimiento que el editorialista da por buena pero no se molesta en definir. Como apunta Josep Ramoneda:

«Las redes eran una promesa de descentralización y de libertad personal y si no nos defendemos —si no hacemos política— producirán una concentración inmensa de poder, es decir, de control […] No podemos olvidar, por tanto, que estamos expuestos a poderosas organizaciones que tienen como objetivo conocernos hasta el último detalle, para encuadrarnos como ciudadanos y domesticarnos como consumidores. Para sacar el máximo rendimiento de nuestros deseos cuentan con la ingenua complicidad que deriva del hecho de que nos creamos plenamente libres cuando nos exponemos a su vista.»

Acumulo últimamente lecturas en la onda de esta visión crítica, que creo cada vez más necesaria. Las iré compartiendo en próximas entradas. Con la intención de acumular madera para un ‘do-tank’  a base de respuestas a las cuatro ‘preguntas poderosas’ de la figura.