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El ‘para qué’ es la razón más poderosa

Dos apuntes sobre ‘preguntas poderosas‘ a raíz de las lecturas de fin de semana.

Actuaron ‘porque’ sin saber ‘para qué’

En «Sobre la educación en un mundo líquido«, Zygmunt Bauman escribía lo siguente a raíz de disturbios violentos protagonizados por jóvenes ingleses en 2011:

«Su motín fue disperso, no planificado, una explosión espontánea de frustación acumulada que sólo puede explicarse en términos de ‘sucedió porque’ y no en términos de ‘sucedió para que’. Y yo pongo en duda que la pregunta ‘para qué’ tuviera algún papel en aquella orgía de destrucción.

¿Para qué enseñar a programar en la escuela?

En una entrevista publicada en El País Semanal de 9/7/2017, Mike Krieger, uno de los fundadores de Instagram, aborda también el asunto de las ‘preguntas poderosas’  sobre una temática del todo distinta:

«Lo que se echa en falta en alguna de estas clases de informática que reciben hoy los niños es que, si tienes un utensilio en tu caja de herramientas, deber saber qué construir […] En demasiadas ocasiones el mensaje es ‘tienes que programar’. Si, pero ¿programar qué?.»

Su respuesta, lógica desde el lugar que ocupa, es que:

«Hay que comprender el mercado y saber cómo dirigirse a los usuarios para averiguar cuáles son sus necesidades. De otro modo, vas a construir productos que nadie use.«

En la entrevista, sin embargo, no se aborda la cuestión de ‘¿para qué?‘ enseñar programación en la escuela. Como casi siempre sucede cuando se pregunta el ‘para qué‘ de algo, admite más de una respuesta. Tema para una próxima entrada.

Reflexión

  • Escoge una decisión reciente en tu vida personal o profesional. Piensa en si fue un ‘por qué‘ o un ‘para qué’ el que te llevó a tomarla.
  • Piensa ahora en una decisión que estés sopesando. ¿Cuáles son los ‘por qué’ que te impulsan a considerarla? ¿Qué diferencia hay si sopesas (o no) sus ‘para qué‘?

 

 

La educación y el mapa del futuro

170109 Prepararse ara el pasado

Viñeta de El Roto en El País, 9/1/2017

La viñeta de El Roto hoy en El País  interpela a todos los que tenemos un interés en el presente y el futuro de la educación.

En un mundo que se caracteriza por un cambio acelerado no sirve intentar aprender sólo en base al ‘método del caso‘ o su  equivalente en cada nivel educativo. No, a menos que hagamos también el esfuerzo de entender el contexto en que ese caso era relevante y en qué medida lo sigue o será siendo en el futuro.

Leo hoy mismo en el ‘feed’ de Seth Godin:

«Si alguien necesita indicaciones, no le des un globo terráqueo; le harás perder el tiempo. Pero si alguien necesita entender cómo son las cosas, no le des un mapa. No necesita indicaciones, sino la visión de conjunto.«

Pero no tenemos el mapa del futuro; hoy menos que nunca. Ni tan sólo nos resulta fácil dibujar con una mínima claridad el mapa del presente.

En momentos de incertidumbre, disponer de un mapa fiable, incluso sólo de un mapa creíble, es una fuente de poder. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado o por conquistar. Como bien nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

«Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.«

Conviene tenerlo presente cada vez que nos presentan como indiscutible un mapa de futuro (desde el populismo, desde Silicon Valley, desde el independentismo, desde …). Detrás de esos mapas hay objetivos, propósitos, principios y valores que muchas veces se mantienen convenientemente ocultos. Porque el poder es tanto más fuerte cuanto menos explicaciones ha de dar sobre sí mismo.

¿Y si no fueras aquello en lo que trabajas?

blog 161219

Desde Silicon Valley andan últimamente haciendo propaganda de las bondades del Basic Universal Income (Renta Básica Universal) una política o conjunto de políticas que darían a todo el mundo, sin contrapartidas, un sueldo mínimo que les permitiera subsistir. Y Combinator, la incubadora tecnológica más prestigiada de Silicon Valley, ha anunciado que financiará en 2017 un experimento en Oakland, California.

El argumento de los tecnoemprendedores del Valley es que, como dicen que nos aguarda un futuro en que los robots (sus robots) dejarán a mucha gente sin trabajo, algo habrá que hacer para compensarles.

Aflora sobre este tema una polémica electrónica interesante, con opiniones para todos los gustos, algunas más estructuradas y convicentes que otras. Enrique Dans, por ejemplo, repite en un lenguaje accesible, dándolos por buenos, los argumentos de los tecnoutópicos. Por contra y como sería de esperar, E. Morozov los rebate en The Guardian, en mi opinión de forma convincente. Más puntos de vista interesantes en Hufftington Post, Vice, MIT Technology Review, Bloomberg, The Guardian, y muchos otros que Google os ayudará a descubrir si os interesa.

En mi opinión, se trata de una cuestión más seria y que merece un análisis más profundo del que cabe en este blog. Apuntaré sólo un tema a debatir sobre el que pocos hacen referencia. Desde la literatura de propaganda de la Singularity University pronostican que, con la disminución de los costes de la vida que traerá la abundancia generada por sus tecnologías exponenciales,

«La Renta Universl Básica será una de las muchas herramientas que empoderen la auto-actualización a gran escala – más gente será capaz de seguir sus pasiones, ser más creativa, y pasar más tiempo en tareas más satisfactorias y de orden superior.»

Seguramente, aunque también imagino escenarios menos favorables. Hoy por hoy, el trabajo es para muchos uno de los bastiones a los que agarrarse en una sociedad líquida en que se exige a los individuos que encuentren soluciones biográficas a las contradicciones del sistema (Z. Bauman).

Hoy por hoy, cuando se pregunta a alguien «¿Quién eres?» o «Qué eres?», muy a menudo responde sobre aquello en lo que trabaja. ¿Qué pasaría a mucha gente si pierde este punto de referencia?

 

En la red, ¿somos pescadores o peces?, ¿navegamos o naufragamos?

160110 BlogZygmunt Bauman, entrevistado por mi primo Ricardo de Querol, en Babelia, propone que:

«Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.»

Como las viñetas de El Roto atestiguan, Bauman no es ni el primero ni el único que opina así. La trampa a la que se refiere tiene varias dimensiones (p.e. son un sumidero de tiempo, uno de nuestros recursos más escasos). Pero pienso que tal vez la trampa más relevante sea la de proporcionar a muchos una vía de escape (quizá inconsciente) para evitar el esfuerzo de integrarse en una comunidad de sentido. Bauman menciona a este respecto que en las redes:

«No se crea una comunidad […] lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto.»

La base de una comunidad (‘común-unidad’) es el alineamiento de los que la componen en torno a unos determinados principios y valores.  A poca reflexión que hagamos sobre las relaciones que mantenemos a diario, sabemos, que ese alineamiento pocas veces es espontáneo; y que, incluso cuando lo es, mantenerlo exige un esfuerzo persistente.

Enlazo esta reflexión con las que me suscita la lectura de «La resistencia íntima«, una publicación reciente del filósofo Josep Maria Esquirol. Extraigo un par de citas (traducidas libremente de la edición en catalán):

«Con el dominio de la información la lejanía de lo esencial se hace muy grande  […] En este nuevo medio, o navegamos o somos naúfragos.»

«La murmuración y la demagogia son el veneno de toda comunidad.«

¿Hablamos, por ejemplo, de política?

Imágenes: Viñetas de El Roto publicadas en El País el 24/1/2012 y 31/10/2012.