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Eliminarán trabajos, pero no el mío.

160317 Blog

Fuente: PEW Research Center, Marzo de 2016

Están de moda las especulaciones cuántos trabajos eliminará la automatización (la confluencia de los robots y el aprendizaje del software), e incluso sobre el futuro del trabajo, leo con interés una encuesta de PEW sobre la percepción de los estadounidenses sobre esta cuestión.

Sorprende de entrada el resultado representado en la gráfica. El 75% de los encuestados considera Seguro o Problable que los ordenadores acaben haciendo la mayor parte de los trabajos que hoy hacen las personas. Pero el 80% piensa que su trabajo no se verá afectado.

Esto puede recordar el viejo aforismo de ver sólo la paja en el ojo ajeno. Pero creo que la cosa va más allá. Recuerdo haber leído (pero no dónde) que algo así como el 90% de los alumnos de un MBA de prestigio estaban razonablemente seguros de acabar el curso entre el 5% mejor de su clase.

Todo éso, claro está, sólo sucede en los Estados Unidos. Nosotros, tranquilos y a lo nuestro.

 

 

Una visión maximalista de la innovación social

160214 BlogEsta nueva publicación sobre el estado del arte en la innovación social contiene un interesante y provocador ensayo de Roberto Mangabeira Unger, un intelectual capaz de escribir sobre política, religión y física matemática.

Para Mangabeira, la innovación social (entendida como «la creación de nuevas formas de actuación y cooperación en alguna parte de la sociedad») tiene sentido en los ámbitos de la vida social que no están adecuadamente cubiertos ni por los mercados ni por el estado; que se sitúan en una tierra de nadie entre las actuaciones de la política y la economía actuales, por lo que requieren de iniciativas que ni las empresas ni las instituciones políticas parecen capaces de concebir y promocionar.

Como ejemplos de situaciones sobre las que la innovación social exigiría cambios en la estructura institucional de la sociedad, y en particular en los modos de organizar la producción y el poder, el filósofo cita entre otros los siguientes:

  1. Una segmentación jerárquica de la economía, que excluye a la mayor parte de la fuerza de trabajo de las vanguardias de la producción (p.e. el hecho de que las empresas en la vanguardia de la tecnología generan hoy por hoy menos empleos que los que destruyen).
  2. Una reorganización global de la fuerza de trabajo que expulsa a una porción creciente de la población hacia una precariedad crónica.
  3. El desacoplamiento entre economía y finanzas, que permite a una minoría capturar una porción desproporcionada de las rentas.
  4. La contratada falta de efectividad de las políticas monetarias enfocadas hacia democratizar la demanda sin democratizar la producción.
  5. Los límites de modelos de servicios públicos basados en la distribución de servicios estándar y de calidad mejorable por parte de una burocracia administrativa y por lo general opaca.
  6. La evidencia de que los subsidios públicos a la población menos favorecida no están siendo suficientes para garantizar la cohesión social.

En este contexto, el autor distingue entre dos versiones, minimalista y maximalista, de la innovación social:

  • En su versión minimalista, el ámbito exclusivo de la innovación social es la sociedad civil, y más concretamente el denominado tercer sector. Según esta versión, la sociedad está constituida por dos grandes esferas (los negocios y la política), quedando el tercer sector como un ámbito residual, en la práctica abandonado por los dos dominantes.
  • Para la versión maximalista, el ámbito de la innovación social ha de ser la totalidad de la sociedad, incluyendo no sólo sus instituciones, sino incluso sus marcos mentales y formas de conciencia. La innovación social, como todas las innovaciones, empieza demostrando su potencial en un contexto concreto y sobre un problema y un público específicos. Pero teniendo desde un principio la ambición de aplacar las causas últimas, sean políticas, institucionales o económicas, de las situaciones no deseables, y no sólo sus síntomas.

Mangabeira se declara partidario sin reservas de la versión maximalista, la única potencialmente capaz de alcanzar su objetivo. Su postura, al considerar que «ninguno de los fallos de las sociedades contemporáneas, ricas o pobres, puede resolverse dentro de los límites del compromiso socialdemócrata»:

«El logro histórico de la socialdemocracia europea […] fue una inversión masiva en la gente por parte del estado. Desde el principio, la limitación fundamental de la socialdemocracia ha sido que abandonó cualquier intento de reformar la producción y el poder: los acuerdos institucionales del mercado y de la democracia.« 

Su conclusión es radical:

«Vivimos bajo una dictadura de falta de alternativas: sólo se nos ofrece un conjunto menor e inadecuado de formas de organizar los diversos terrenos de la vida social. Bajo la óptica maximalista, el objetivo del movimiento de la innovación social es derrocar esta dictadura.«

Sugiero leer «Algo va mal«, el clásico todavía actual de Tony Judt, desde esta óptica.

Deberes: ¿Por qué el autor no menciona para nada en su ensayo la perspectiva de una ‘innovación social disruptiva’. Mi respuesta en una próxima entrada.