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Los multiversos que vienen

Multiversos

Por si la realidad que percibimos no fuera ya suficientemente compleja, parece que estamos abocados a reconocer la existencia de realidades múltiples.

Astrofísicos y cosmólogos teorizan sobre la existencia de multiversos, universos que tienen una existencia paralela a la de nuestro universo habitual. Para algunos, estos universos alternativos podrían haberse originado en una fluctuación cuántica al principio de los tiempos, llevando desde entonces una trayectoria en el espacio-tiempo independiente de la nuestra. En algunos modelos, estos universos se estarían alejando del nuestro a una velocidad superior a la de la luz, por lo que sería imposible comprobar su existencia, y aún menos acceder a ellos. Me pregunto entonces para qué preocuparse del asunto; aunque seguro que  quienes lo hacen tendrán sus motivos. A lo mejor lo que pasa es que viven en un mundo distinto del mío, o yo del suyo.

Podría ser. Porque los acontecimientos mediáticos de estos días apuntan a que existen también realidades paralelas dentro de nuestro propio universo, de nuestra propia sociedad. Uno diría, por citar sólo dos ejemplos extremos, que resulta plausible conjeturar que muchos de los votantes de Trump viven en una burbuja distinta de la propia de los simpatizantes de Podemos; y que ambas burbujas están en la práctica incomunicadas entre sí. Podrían comunicarse, pero no lo hacen. O sólo para insultarse.

Hay quien sostiene que la tendencia a vivir en una burbuja irreal es uno de los rasgos de la naturaleza humana. Tal vez. Pero también es cierto que el asunto está empeorando a base de la combinación del automatismo de los bots y de la inteligencia (por llamarla de algún modo) que permite bombardear a cada cual los contenidos que se supone que le interesan. Una tendencia que irá a más. Porque, como se recoge en un informe reciente del Pew Institute,

«El capitalismo no proporciona incentivos para combatir los filtros de burbujas y sus efectos negativos, y la gobernanza internacional y la de las administraciones es virtualmente impotente.«

Porque, como reconoce incluso un tecnófilo como Kevin Kelly, es casi inevitable que si una tecnología puede usarse para hacer el mal, alguien hará precisamente eso, hacer daño con ella:

«Me preocupa el hecho de que no tengamos un consenso global acerca de las reglas sobre la ciberguerra. En otras palabras, tendremos esas armas – porque parece que no hay una tecnología que no hayamos convertido en un arma.»

Aunque Kevin Kelly se refiere a una guerra entre naciones, sus palabras también se aplican a las batallas por captar la atención de la gente, a las guerras de poder por ‘fabricar‘ lo que la gente tome como ‘la verdad’.

Para atisbar hasta qué punto las cosas pueden ir a peor, y por tanto irán, echad un vistazo al video adjunto, que demuestra cómo alterar sobre la marcha la imagen de lo que alguien está diciendo.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=ohmajJTcpNk&w=560&h=315]

Aunque, bien mirado, la capacidad tecnológica para alterar la realidad también tiene su lado divertido. Echad un vistazo a esta cuenta de Twitter que versiona las órdenes ejecutivas de Donald Trump.