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El futuro no está en los datos

Confieso un desasosiego creciente por el modo en que a menudo se abordan los temas tecnológicos y/o científicos en los medios de comunicación en general.

La portada que reproduzco, del suplemento Ideas de El País de 26/3/2017 me sirve de ejemplo.

En primer lugar, aunque en tono menor, me desorienta que se escoja esa fotografía como portada de una edición que tiene el ‘Big Data’ como asunto central. El pie de foto indica que se trata de seis científicos trabajando en un centro de control de satélites en 1957. Mucho antes, como es obvio, del nacimiento del ‘Big Data’. Se observa de otra parte que, como cabría esperar, los seis personajes trabajan no con datos, sino con ecuaciones de movimiento y fórmulas trigonométricas.

Anécdotas aparte, es el titular «El futuro está en los datos» el que realmente motiva esta entrada. Estrictamente hablando, los datos reflejan solamente el pasado. Es cierto que usando esos datos se pueden hacer hacer modelos explicativos de cosas que sucedieron, con la expectativa de que esos modelos sirvan de guía para predecir cosas que podrían suceder.

Pero, incluso si compramos al 100% esta expectativa, es en los modelos y no en los datos en donde (quizá) está el futuro.

Cuando emergía todo este asunto del Big Data se puso de moda afirmar que «Data is the new oil«. Que los datos serán para la economía digital lo que el petróleo para la industrial. Pero el petróleo, siendo un combustible fósil, fue y sigue siendo una herencia del pasado. El futuro nunca estuvo en el petróleo, sino en las perspectivas de su extracción, tratamiento y uso.

La analogía sirve también para recordar que el quasi-monopolio del acceso al petróleo fue en su momento el origen de grandes fortunas. La posibilidad de explotar un similar quasi-monopolio de acceso a los datos (nuestros datos) es un futuro que algunos persiguen. Pero esa es otra cuestión.