Eliminarán trabajos, pero no el mío.

160317 Blog

Fuente: PEW Research Center, Marzo de 2016

Están de moda las especulaciones cuántos trabajos eliminará la automatización (la confluencia de los robots y el aprendizaje del software), e incluso sobre el futuro del trabajo, leo con interés una encuesta de PEW sobre la percepción de los estadounidenses sobre esta cuestión.

Sorprende de entrada el resultado representado en la gráfica. El 75% de los encuestados considera Seguro o Problable que los ordenadores acaben haciendo la mayor parte de los trabajos que hoy hacen las personas. Pero el 80% piensa que su trabajo no se verá afectado.

Esto puede recordar el viejo aforismo de ver sólo la paja en el ojo ajeno. Pero creo que la cosa va más allá. Recuerdo haber leído (pero no dónde) que algo así como el 90% de los alumnos de un MBA de prestigio estaban razonablemente seguros de acabar el curso entre el 5% mejor de su clase.

Todo éso, claro está, sólo sucede en los Estados Unidos. Nosotros, tranquilos y a lo nuestro.

 

 

Zuckerberg pasa revista a sus (¿tropas?)

160223 Zuckerberg in MWC

Algunas publicaciones, como The New Yorker, hacen regularmente un concurso entre sus lectores, pidiéndoles propuestas para el pie de una viñeta.

Pienso que ni siquiera los dibujantes más atrevidos hubieran imaginado una viñeta con una situación como la que recoge esta foto de Mark Zuckerberg en el Barcelona Mobile World Congress. Pero sería interesante ver cuáles serían los resultados de un concurso en el que alguien con suficiente audiencia (soy consciente de no tenerla) pidiera propuestas sobre el pie de foto que sería más apropiado.

A mí, particularmente, me evoca la imagen de un jerarca, pasando satisfecho revista, no sé si a sus tropas o a sus súbditos.

Una entrada en la edición digital del Washington Post acaba con una cita de Neil Postman que no es exactamente un pie de foto, pero así todo sugerente:

«En la era de la tecnología avanzada, es más probable que devastación espiritual provenga de un enemigo con una cara sonriente.«

 

¿Habría que poner límites a la velocidad digital?

160224 BlogUn artículo («Vidas aceleradas«) de Judit Carrera en El País me impulsa a añadir algunas de sus reflexiones a mi última entrada sobre el neoludismo y el debate sobre el ritmo deseable de la aplicación social de los avances tecnológicos.

Extraigo, sin más comentarios, los párrafos que más me han llamado la atención:

«[Estamos en] esa fase de la evolución en la que, gracias a las nuevas tecnologías […] ya es prácticamente imposible distinguir qué es humano de lo que no lo es.«

«¿Cómo es posible que unas tecnologías que habían nacido para ganar tiempo hayan acabado generalizando la impresión de que el tiempo es cada vez más escaso?.»

«La solución no pasa por la desaceleración o por la nostalgia de un pasado menos digitalizado, sino por cuestionar que la velocidad y la novedad sean el único motor del progreso y por no dejar de preguntarnos qué tipo de tecnología queremos y para qué.«

Materias para reflexionar individualmente. También para buscar, diseñar, fabricar espacios en que llevar a cabo una reflexión colectiva.

La tecnología hace cada vez más necesaria la filosofía

160128 Blog

Detecto (no debo ser el único) un constante flujo creciente de noticias sobre los avances en robótica y en variantes de la inteligencia artificial. Muchas de ellas en la línea de destacar (y a menudo celebrar) la superioridad de las máquinas sobre los humanos.

Se nos informa, por ejemplo, de que los ingenieros de Google han conseguido programar una máquina que juega al Go a nivel más alto. Al informar sobre ello, el editor escribe que:

Aunque el logro técnico era digno de celebrarse, uno no podía evitar el consolar al pobre ser humano que estaba siendo superado.«

Roto 151228

Una frase como mínimo desafortunada, además de condescendiente. En línea con la tendencia, denunciada hace ya un tiempo por Jaron Lanier de ‘presentar a la gente como obsoleta para que los ordenadores parezcan más avanzados‘. Porque, aunque no tengo el gusto de conocerle, apuesto a que el campeón de Go que perdió cinco partidas consecutivas contra el ordenador de Google le da ciento y raya en varios centenares de conocimientos, capacidades, habilidades, relaciones y actividades disfrutables en las que ese ordenador en particular no tiene la más mínima capacidad de competir. Suponiendo, además, de que lo importante sea competir.

En un contexto menos sofisticado, uno de nuestros ilustres ilustrados-TIC inicia así una entrada en su blog:

«En una prueba más de la superioridad de la máquina sobre el hombre, Uber … «

No se trata de desliz, sino de un reflejo de su ideología, como prueba el párrafo final:

«Hasta aquí hemos llegado con la relatividad de las percepciones humanas. A partir de ahora, y mientras estemos aún obligados a que sea un imperfecto humano quien conduzca, dame lecturas de los sensores de una máquina. La tecnología siempre tiene la respuesta correcta.«

Lo que caracteriza a las ideologías, y a los sofistas que las proclaman, es que sus supuestos de base permanecen casi siempre ocultos. Y no por casualidad, sino porque las ideologías, incluso la tecnocrática que se está convirtiendo en dominante, sirven a intereses por lo general no generales (viñeta de El Roto en El País de 28/12/2015). Creo detectar dos de estos supuestos implícitos en la entrada de nuestro ilustrado-TIC:

  1. Que todo lo que se puede percibir se puede digitalizar.
  2. Que sea cual sea la pregunta, la tecnología (o quizá la ciencia) es la respuesta.

Creo que ambas son demostrablemente erróneas. Y a la vez un síntoma de la necesidad (urgente, porque los sofistan empujan), de retomar la filosofía. Porque:

«La misión de la filosofía es evitar el reduccionismo.»

J. M. Esquirol, «La resistencia íntima«.

y también

«Nada es únicamente como lo percibimos, sino infinitamente más.«

Markus Gabriel, «Por qué el mundo no existe«.

Tanto la ciencia como la filosofía enseñan (a quien quiera aprenderlo) la importancia de plantear las preguntas correctas. Las respuestas sólo son buenas en tanto que se refieren a buenas preguntas, y las que los tecnócratas se hacen no siempre lo son. Al arte y a la filosofía (los filósofos son artistas del lenguaje) corresponde hacerlas. Y al diseño crear buenas soluciones. Y al liderazgo conseguir ponerlas en práctica. Será cada vez más importante poner a cada cual en su sitio.

Crédito: Imagen adaptada de una conferencia de John Maeda.

 

 

 

 

 

 

El auge de los robots plantea dilemas

160125 Imagen

Reproduzco una porción de la portada de La Vanguardia de 25 de Enero.

Me parece acertado sólo a medias. Porque es cierto que el auge de los robots plantea dilemas. Pero no sólo económicos, ni sobre todo económicos.

Por economía de medios, cito de sólo uno de los libros que tratan más o menos directamente la cuestión:

«La tecnología crea posibilidades y potencial, pero en último término el futuro al que lleguemos depende de nuestras elecciones […] Nuestro éxito no depende sólo de las elecciones tecnológicas, ni siquiera en la co-invención de nuevas organizaciones e instituciones. A medida que disminuyen las restricciones sobre lo que podemos hacer, es inevitable que nuestros valores sean más relevantes que nunca […] Necesitamos pensar en mucha más profundidad acerca qué es lo que realmente queremos y qué es lo que valoramos, como individuos y como sociedad.«

Klaus Schwab, el CEO del World Economic Forum, escribía en la misma línea hace pocos días  (en una pieza larga que vale la pena leer de arriba a abajo):

«Neither technology nor the disruption that comes with it is an exogenous force over which humans have no control. All of us are responsible for guiding its evolution, in the decisions we make on a daily basis as citizens, consumers, and investors. We should thus grasp the opportunity and power we have to shape the Fourth Industrial Revolution and direct it toward a future that reflects our common objectives and values.

To do this, however, we must develop a comprehensive and globally shared view of how technology is affecting our lives and reshaping our economic, social, cultural, and human environments. […] In the end, it all comes down to people and values. We need to shape a future that works for all of us by putting people first and empowering them.«

En esta línea, el auge de los robots plantea de entrada cuestiones éticas (sobre los valores, sobre lo bueno y lo malo) y políticas (como nos organizamos colectivamente para potenciar los valores que consideremos deseables). Las cuestiones económicas aparecerán sin duda en la agenda, pero deberían ser sólo subordinadas e instrumentales. En ningún caso las dominantes. De lo contrario estamos dando a la economía (o tal vez a la econocracia) vara alta sobre la ética y la política.

Recuerdo una cita de Langdon Winner, un autor que incorporo a la lista de lecturas anotadas en otro apartado de esta Web:

«En el terreno técnico repetidamente nos involucramos en diversos contratos sociales, las condiciones de los cuales se revelan sólo después de haberlos firmado.

La ballena y el reactor

Se plantean varias cuestiones, pendientes para mejor ocasión:

  • ¿Cuáles son nuestros valores individuales acerca del desarrollo tecnológico y su impacto?
  • ¿Cómo y dónde podemos contrastarlos para construir una base común? ¿Sabremos hacerlo?
  • ¿Cómo podemos contribuir a que esos valores compartidos guien la evolución de las cosas? ¿Sabremos hacerlo
  • ¿Por dónde empezamos?

 

 

 

 

 

Los ‘techies’ dicen: «Hemos ganado»

160109 BlogMe llama la atención una entrada en Medium con el titular que reproduzco. Si es cierto que los ‘techies’ han ganado, ¿quién ha perdido o está perdiendo? Y también, si se estaba dirimiendo una batalla o competición, ¿cuál era?

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En la red, ¿somos pescadores o peces?, ¿navegamos o naufragamos?

160110 BlogZygmunt Bauman, entrevistado por mi primo Ricardo de Querol, en Babelia, propone que:

«Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.»

Como las viñetas de El Roto atestiguan, Bauman no es ni el primero ni el único que opina así. La trampa a la que se refiere tiene varias dimensiones (p.e. son un sumidero de tiempo, uno de nuestros recursos más escasos). Pero pienso que tal vez la trampa más relevante sea la de proporcionar a muchos una vía de escape (quizá inconsciente) para evitar el esfuerzo de integrarse en una comunidad de sentido. Bauman menciona a este respecto que en las redes:

«No se crea una comunidad […] lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto.»

La base de una comunidad (‘común-unidad’) es el alineamiento de los que la componen en torno a unos determinados principios y valores.  A poca reflexión que hagamos sobre las relaciones que mantenemos a diario, sabemos, que ese alineamiento pocas veces es espontáneo; y que, incluso cuando lo es, mantenerlo exige un esfuerzo persistente.

Enlazo esta reflexión con las que me suscita la lectura de «La resistencia íntima«, una publicación reciente del filósofo Josep Maria Esquirol. Extraigo un par de citas (traducidas libremente de la edición en catalán):

«Con el dominio de la información la lejanía de lo esencial se hace muy grande  […] En este nuevo medio, o navegamos o somos naúfragos.»

«La murmuración y la demagogia son el veneno de toda comunidad.«

¿Hablamos, por ejemplo, de política?

Imágenes: Viñetas de El Roto publicadas en El País el 24/1/2012 y 31/10/2012.