El futuro que viene

Babelia 170121

Ilustración de Babelia, 21/1/2017

Interesante artículo («El futuro que viene«) de José Luis Pardo en Babelia. Extraigo el que me parece uno de sus párrafos centrales:

«El futuro se ha independizado completamente del presente; es decir, ha dejado de ser el resultado o la consecuencia del progreso acumulado por el pasado y el presente y se ha convertido en el auténtico foco autónomo desde el cual mana el tiempo, y el presente y el pasado ahora se definen con respecto a él.»

Resuena con el tema de una entrada anterior en este mismo espacio:

En las historias de aventuras, disponer de un mapa, del mapa del tesoro, es en sí mismo un tesoro codiciado. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado. Como nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.

Hoy en día, el mapa que nos presentan no es el de un tesoro histórico, de una riqueza pasada por recuperar, sino el de un tesoro futuro que algunos están ya dibujando y construyendo. Alerta.

 

 

Estos revolucionarios trabajan para el establishment

4th industrial revolutionLa propaganda sobre la supuestamente inevitable Cuarta Revolución Industrial proporciona un ejemplo más de la trampa de las elecciones binarias que apuntaba en otra entrada.

Según el Word Economic Forum (WEF), uno de los promotores más visibles de la idea,

«Estamos al borde de una revolución tecnológica que alterará los fundamentos del modo en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. Por su escala, alcance y complejidad, esta transformación no tendrá parangón en nada de lo que la humanidad haya experimentado hasta ahora.»

Ante esta inminencia supuestamente inevitable e imparable, la palabra clave en las recomendaciones del WEF es adaptarse:

«Las empresas deben forzosamente adaptar el modo en que diseñan, venden y entregan productos y servicios.»

«En último término, la capacidad de los sistemas de gobierno y las autoridades públicas para adaptarse es lo que determinará su supervivencia.»

«Las autoridades reguladoras deben adaptarse continuamente a un entorno nuevo y rápidamente cambiante, reinventándose para entender realmente lo que están regulando.»

Un planteamiento que bien puede calificarse como de darwinismo social, porque limita las opciones a una simple elección binaria: adaptarse o morir. Como no todo el mundo será capaz de adaptarse, se da por sentado que se producirán con toda seguridad daños colaterales. Pero, al plantear la revolución como inexorable e imparable, como si fuera el resultado de un designio divino, se eluden varias cuestiones clave:

  • ¿Podemos estar razonablemente seguros de que los beneficios de esta revolución serán mayores que los daños colaterales?
  • ¿Quién se hará, en su caso, responsable de compensar a quienes resulten perjudicados?
  • ¿Cómo se prevé adjudicar y/o repartir los beneficios que se generen?

Además, y en paralelo, parece obligado cuestionar que esta revolución y el modo que se plantea sea realmente inevitable. El mismo documento del WEF da pie para ello:

«No la tecnología ni la disrupción que conlleva son fuerzas exógenas sobre las que los humanos no tienen control. Todos nosotros somos responsables de guiar su evolución, en las decisiones que tomamos a diario como ciudadanos, consumidores e inversores. Debemos aprovechar la oportunidad y el poder que tenemos para dar forma a la Cuarta Revolución Infustrial y dirigirla hacia un futuro que refleje nuestros objetivos y valores comunes

Una frase que abre más interrogantes de los que resuelve. Porque las fuerzas que empujan esta nueva revolución industrial están por el momento fuera de nuestro control, si es que entendemos por nuestro el de las personas que no estamos invitados a las conversaciones de Davos. A menos, claro está, que la referencia a todos nosotros englobe sólo al establishment que lidera este discurso revolucionario.

En cualquier caso, un reto de liderazgo y de gobernanza para quienes piensen que hay (o que debería haber) más posibilidades que las que ofrece una elección binaria, quienes quieran influir desde sus objetivos y valores comunes en las elecciones y decisiones sobre este futuro que algunos ya han empezado a dibujar y construir. Más sobre ello en próximas entradas.

 

¿Se ha vuelto compasivo Silicon Valley?

En eldiario.es reproducen hoy un artículo («¿Un Silicon Valley compasivo?«) que escribí para el último número de Alternativas Económicas.

Va sobre la cuestión de la renta básica universal, intentando analizar por qué una innovación social de este tipo se propone precisamente ahora y precisamente desde Silicon Valley.

Me alegra y anima que desde eldiario.es se considere que algo de lo que escribo tiene la calidad suficiente como para reproducirlo. Pero sobre todo me honra colaborar con Alternativas Económicas, una revista que debería ser de lectura obligada para cualquier espíritu inquieto interesado en eso, en alternativas a las visiones convencionales de la Economía (la ciencia económica) y la economía (el modo en que la sociedad gestiona los asuntos económicos). (Debo al recomendable libro de Miren Etxezarreta la conciencia de esta importante distinción).

Disclaimer: Alternativas Económicas es una cooperativa de la que soy socio, además de colaborador escribiente.

Trabajadores de nuevo cuello

Damian Lewis as Bobby "Axe" Axelrod in Billions (Season 1, Episode 1). - Photo: JoJo Whilden/SHOWTIME - Photo ID: Billions_101_4565.R

Damian Lewis como Bobby «Axe» Axelrod en Billions. Photo: JoJo Whilden/SHOWTIME

Parece que las nuevas tecnologías están añadiendo un nuevo arquetipo a la dicotomía clásica entre trabajadores de cuello blanco y de cuello azul. Se trata de los trabajadores de nuevo cuello.

El término aparece en una carta de la CEO de IBM al Presidente electo Donald Trump:

«En nuestros centros en los EEUU, un tercio de nuestros empleados no son graduados. Lo que para nosotros cuenta más son habilidades relevantes, que a veces obtienen por medio de la formación profesional (‘vocational training’). Estamos además creando y contratando trabajos de ‘nuevo cuello‘ – roles completamente nuevos en áreas como la ciberseguridad, la ciencia de datos, la inteligencia artificial y los neogicios cognitivos […] Le propongo que trabajemos juntos para escalar la formación profesional para crear un cuerpo nacional de profesionales con las habilidades precisas para hacerse cargo de los trabajos de ‘nuevo cuello‘ en tecnología que hacen falta en América». 

Queda por clarificar, sin embargo, cuestiones nada triviales como el rango de salarios y atribuciones de esta nueva categoría. De momento, para el diccionario Oxford, el nuevo cuello:

«Designa o está relacionado con un grupo socio-económico cuyos miembros tienen trabajos con salarios bajos en oficinas o servicios, en lugar de trabajos manuales o industriales.»

En cualquier caso, los tiempos cambian y quizá habría que innovar también en la nomeclatura de las categorías socio-laborales. No podríamos, por ejemplo, caracterizar al multimillonario protagonista de Billions por el cuello de su atuendo.

El mapa de la transformación digital

Gartner Digital MapVuelvo sobre el tema de los mapas y el poder, que apareció tangencialmente en una entrada anterior.

En momentos de incertidumbre como los actuales, disponer de un mapa fiable, incluso sólo de un mapa creíble, es una fuente de poder. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado o por conquistar. Como bien nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.

Hoy traigo un ejemplo: este mapa del marketing digital que publica la consultora Gartner. Lo presentan de este modo:

«El territorio digital es amplio y complejo […] Con este nuevo mapa interactivo de Gartner puede navegar por este territorio como un nativo. Hemos simplificado el paisaje y añadido puntos de referencia relevantes, de modo que usted pueda identificar las mejores fuentes para sus necesidades y adquirir sistemas que trabajen bien juntos.»

Sólo añadiré un comentario. Entre los recursos que el mapa describe no están las personas: sólo las tecnologías. ¿Un error de omisión? Pienso que no. Más bien parte de un storytelling deliberado que tiene como objetivo convencer de que cada vez hay más personas prescindibles.

La última entrevista a Zygmunt Bauman

Zygmunt BaumanHemos sabido de la muerte de Zygmunt Bauman el mismo día en que aparecía una entrevista suya en La Vanguardia.

Habrá hoy en los medios reseñas sobre su obra mejores que la que yo pudiera hacer aquí. Pero, aparte de recordarle y desearle un feliz tránsito hacia donde sea, quisiera destacar dos extractos de esa última entrevista.

Preguntado sobre hacia dónde gira el mundo en los tiempos turbulentos en que vivimos, Bauman responde:

«Estamos pagando el precio por los treinta o cuarenta años de atracón, de juerga otorgados por una serie de obsesiones demoníacas interconectadas, como vivir a crédito, la orgía consumista, la creciente brecha entre los ganadores y los derrotados, la nacionalización de las ganancias y la individualización de las pérdidas, el encogimiento de los rangos de los ganadores frente a la multiplicación de los perdedores y una globalización para los ricos que va aparejada con atar a los pobres al suelo

He subrayado la mención a las obsesiones demoníacas, porque una de las características de Bauman era escoger con cuidado las palabras. Podría tratarse simplemente de un desliz verbal (aunque la entrevista se llevó a cabo por correo electrónico). Pero la referencia al demonio vuelve a aparecer unas líneas más allá:

«Como regla general los gobiernos se desviven en focalizar sus políticas y las mentes de sus electores en lo que dé beneficios políticos de esos problemas. E igual que el diablo escapa corriendo del agua bendita, mantienen lo no aprovechable o rotundamente explosivo lejos de la conciencia pública.

La entrevista incluye una tercera alusión, si bien algo más velada, en la misma línea:

Trump es el candidato perfecto de la era viral, con las emociones fuera de control, compartiendo lo que viene del inconsciente, odio, miedo a los otros, ira.

Nuestros demonios personales, aquellos con los que cada uno de nosotros convivimos en alguna medida, se cuelan en nuestra vida por el inconsciente. Bauman se queda a un paso de sugerir que Trump es un personaje dominado por obsesiones demoníacas.  Desde luego, sus desplantes en Twitter parecen más el resultado de un impulso pasional irresistible que de un cálculo racional y meditado. (En la misma línea, recomiendo ver el retrato de Teresa May vista por el gran Perico Pastor).

Bauman escribió contra la desigualdad y la injusticia. Pero sus escritos van más allá de la indignación. Creo que a lo que apunta en esa entrevista es que hemos de ser cosncientes de que el mal existe, y es más que la ausencia de bien. Pero también a que el bien también existe, pero que convertirlo en realidad exige más que buenas intenciones:

«Todos hemos sido ya seleccionados, sin habernos pedido nuestro consentimiento, para la condición cosmopolita: somos ya todos interdependientes en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Pero no hemos adquirido todavía una conciencia cosmopolita. Ni siquiera hemos tampoco comenzado a realizar intentos serios de adquirirla.«

Bauman era un provocador en un doble sentido. El más obvio, como denunciante. Pero también al incitarnos a aprender a organizarnos para ejercer una acción colectiva eficaz. Copio de «En busca de la política«, uno de sus libros menos conocidos:

«Si la libertad ya ha sido conquistada, ¿cómo es posible que la capacidad humana de imaginar un mundo mejor y hacer algo para mejorarlo no haya formado parte de esa victoria? […] El incremento de la libertad individual puede coincidir con el incremento de la impotencia colectiva.«

Retos a los que nos corresponde responder, ahora sin su acompañamiento. Desarrollar una conciencia colectiva; crecer la voluntad de seguir sus dictados; aprender la técnica moral que permita llevarlos a la práctica. Descanse en paz.

 

La educación y el mapa del futuro

170109 Prepararse ara el pasado

Viñeta de El Roto en El País, 9/1/2017

La viñeta de El Roto hoy en El País  interpela a todos los que tenemos un interés en el presente y el futuro de la educación.

En un mundo que se caracteriza por un cambio acelerado no sirve intentar aprender sólo en base al ‘método del caso‘ o su  equivalente en cada nivel educativo. No, a menos que hagamos también el esfuerzo de entender el contexto en que ese caso era relevante y en qué medida lo sigue o será siendo en el futuro.

Leo hoy mismo en el ‘feed’ de Seth Godin:

«Si alguien necesita indicaciones, no le des un globo terráqueo; le harás perder el tiempo. Pero si alguien necesita entender cómo son las cosas, no le des un mapa. No necesita indicaciones, sino la visión de conjunto.«

Pero no tenemos el mapa del futuro; hoy menos que nunca. Ni tan sólo nos resulta fácil dibujar con una mínima claridad el mapa del presente.

En momentos de incertidumbre, disponer de un mapa fiable, incluso sólo de un mapa creíble, es una fuente de poder. En la era de la exploración y el descubrimiento, el mapa relevante era el del territorio geográfico conquistado o por conquistar. Como bien nos recuerda Zygmunt Bauman, la situación es distinta hoy en día:

«Antes el mapa reflejaba y registraba las formas del territorio. Hoy se trata de que el territorio se convierta en un reflejo del mapa.«

Conviene tenerlo presente cada vez que nos presentan como indiscutible un mapa de futuro (desde el populismo, desde Silicon Valley, desde el independentismo, desde …). Detrás de esos mapas hay objetivos, propósitos, principios y valores que muchas veces se mantienen convenientemente ocultos. Porque el poder es tanto más fuerte cuanto menos explicaciones ha de dar sobre sí mismo.

Se busca: El alma de la economía

Find Meaning by Creating It copiaCuando un artículo titulado «Economía sin alma» empieza por preguntarse si «¿puede el capitalismo volver a reconciliar crecimiento con progreso social?», uno se da cuenta que al autor (el catedrático Antón Costas) da por sentado que «no hay alternativa viable al capitalismo».

No es la única voz que reclama un cierto grado de introspección al respecto del funcionamiento de la economía. Podemos también encontrarlas en el número especial de fin de año de The Economist. Constata en su artículo de portada, que, aunque la mayor parte de la población mundial vive mejor de lo que nunca antes hubiera vivido,

«Large parts of the West, however, do not see it that way. For them, progress happens mainly to other people. Wealth does not spread itself, new technologies destroy jobs that never come back, an underclass is beyond help or redemption, and other cultures pose a threat—sometimes a violent one.«

Más adelante, bajo el titular de «Capitalismo y Democracia«, añade dos líneas para la reflexión. La primera, sobre la economía:

«The rate of productivity growth across the rich world has been disappointing since the early 1970s, with only a brief respite in 1996-2004 in the case of America. […] Meanwhile, the fruits of what growth there is get captured by an ever narrower section of society. And those who succeed on the basis of merit are marrying other winners and hoarding the best educational opportunities.«

La segunda, sobre el funcionamiento de las instituciones en cuyo contexto se desenvuelve la economía:

«At the same time democracy is becoming more dysfunctional.«

Dos síntomas más que confirman que el futuro del capitalismo no se está repensando sólo desde la izquierda. Algunas mentes pensantes del ‘establishment‘ económico han iniciado también un proceso de ‘mindfulness‘. (Recordemos que McKinsey, nada menos, proponía ya en 2014  «redefinir el capitalismo«).

Así que cuando Antón Costas propone reformar el capitalismo porque «a partir de los años 80 la economía perdió el alma» y «hoy necesitamos devolvérsela», es obligado pedir que se pongan claramente sobre la mesa las cuatro ‘preguntas poderosas‘ pertinentes sobre todo proceso de transformación: ¿Para qué?, ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Quién? 

Porque podemos dar por descontado que no hay, ni de lejos, el alineamiento necesario sobre las respuestas.

  • Por ejemplo, ¿a quién se hace referencia al decir ‘necesitamos devolver el alma‘ a la economía?
  • ¿Cuál es la aproximación a ‘la economía’ a la que se ha de devolver el alma? En un libro declaradamente provocador, Miren Etxezarreta propone distinguir entre la ‘Economía‘ en mayúsculas, entendida como disciplina, y ‘la economía‘ con minúsculas, entendida como el ámbito real de la organización económica. Supongo que no debo ser el único que hay suficiente evidencia del riesgo y de las consecuencias de dejar a los economistas el monopolio de las propuestas sobre la economía. (Por eso es importante que existan medios como Alternativas Económicas).

Lo dejaremos aquí por hoy, sin ni siquiera entrar en el meollo de la cuestión, que sería la naturaleza del alma que hay que reponer, tanto a la Economía como a la economía. Pero, dado que Antón Costas propone volver a Keynes, no me resisto a acabar con una cita de sus «Economic Possibilities for Our Grandchildren«,

«When the accumulation of wealth is no longer of high social importance, there will be great changes in the code of morals. We shall be able to rid ourselves of many of the pseudo-moral principles which have hag-ridden us for two hundred years, by which we have exalted some of the most distasteful of human qualities into the position of the highest virtues. We shall be able to afford to dare to assess the money-motive at its true value. The love of money as a possession – as distinguished from the love of money as a means to the enjoyments and realities of life – will be recognised for what it is, a somewhat disgusting morbidity, one of those semi-criminal, semi-pathological propensities which one hands over with a shudder to the specialists in mental disease. All kinds of social customs and economic practices, affecting the distribution of wealth and of economic rewards and penalties, which we now maintain at all costs, however distasteful and unjust they may be in themselves, because they are tremendously useful in promoting the accumulation of capital, we shall then be free, at last, to discard

No me parece un mal punto de partida para pensar sobre los ¿Qué? de la reforma de la economía. Pero siguen quedando otras ‘preguntas poderosas’ por responder. Feliz 2017!

Disclaimer: Soy socio de la cooperativa que edita Alternativas Económicas.

Ilustración: Del imprescindible Gapingvoid.

 

La clave de la transformación digital no es digital

163110 Blog Coperfield

When everyone is in favor… It’s almost certain that there’s confusion about what’s being decided. (Seth Godin).

La (mal llamada) transformación digital se nos presenta como un imperativo imprescindible para la supervivencia de empresas y organizaciones de todo tipo. Pero su significado es ambiguo.

La mayoría de las referencias a la transformación digital hacen hincapié preferente en lo digital. Según la Wikipedia, por ejemplo,

«La transformación digital se describe como el efecto global y general de la digitalización […] Es el cambio asociado a la aplicación de la tecnología digital en todos los aspectos de la sociedad humana.»

Es una definición no satisfactoria, limitada, que obvia por completo las implicaciones de la transformación que conlleva necesariamente esa aplicación extensiva de lo digital.

En nuestra experiencia ayudando desde Coperfield a facilitar procesos colectivos de cambio, constatamos continuamente la dificultad de alinear a los equipos en torno a respuestas precisas a las preguntas clave a las que ha de responder cualquier iniciativa de transformación: ¿Para qué y Por qué cambiar? ¿Qué cambiar? ¿Cómo y cuándo hacerlo? ¿Quién ha de estar implicado?

Una respuesta típica a ¿Para qué y Por qué cambiar? estaría en esta línea:

En primer lugar, porque hay cada vez más modos de aprovechar la digitalización, y los seguirá habiendo porque el rirmo de los avances tecnológicos en todo lo digital es muy grande.

Lo cual significa que hoy más que nunca desde la Revolución Industrial, todas las industrias deben adoptar la digitalización, o de lo contrario se arriesgan a ser ‘uberizadas’ por el uso agresivo de la tecnología digital por parte de un competidor.

Supongamos que este imperativo digital resulte convincente (quizá no lo sea para todos los públicos, para todas las empresas). Si se acepta, la siguiente cuestión a responder es ¿Qué cambia la transformación digital? Algunas respuestas inmediatas:

  • La infraestructura tecnológica, que es strictu sensu lo único que propiamente se digitaliza.
  • Los procesos de negocio que utilizan esa infraestructura.
  • El modelo de negocio al que sirven esos procesos.
  • La estrategia para la que ese modelo de negocio es adecuado.

Parece mucho, y así y todo no es suficiente. Porque si el motor de la transformación digital es una tecnología digital en constante estado de evolución, adoptar la transformación digital tendría que conllevar la disposición a un cambio, o como mínimo una adaptación constante de la estrategia, modelo y procesos de negocio.

Es este sentido en el que hay que entender la prescripción de Genís Roca:

«Strictu sensu, transformación digital sólo quiere decir: ¿Estás preparado para cambiar y no dejar de cambiar? […] El reto es sobre todo cultural y organizativo«.

La clave del cómo llevar a cabo la transformación digital está pues en habilitar una cultura de transformación, que va más allá de una cultura sobre lo digital. En cualquier organización, habilitar esa cultura es un proceso delicado, que exige un liderazgo que va también más allá de las competencias digitales.

Es frecuente que los aspectos cullturales y de liderazgo se subestimen desde la perspectiva tecnocrática habitual. Hay, por ejemplo, quien argumenta que «si los equipos de trabajo tienen competencias digitales y están suficientemente familiarizados con las nuevas tecnologías […] bastará con identificar a los líderes que impulsarán la gestión del cambio y la transformación desde el corazón de cada empresa.»

Pero identificar, preparar y empoderar a los líderes del cambio, de cualquier cambio, en cualquier organización, es precisamente una tarea mucho más delicada que la de habilitar competencias digitales. Porque el liderazgo y la transformación de una cultura organizativa exige habilidades para trabajar con personas; lo cual, hoy por hoy, resulta más complejo y estimulante que manejar artefactos.

Con esto en mente, ¿cuál sería el perfil ideal de quien lidere la transformación digital en una organización?

NOTA: Una versión de esta entrada se publicó previamente en el blog de Coperfield for Social Good.

¿Y si no fueras aquello en lo que trabajas?

blog 161219

Desde Silicon Valley andan últimamente haciendo propaganda de las bondades del Basic Universal Income (Renta Básica Universal) una política o conjunto de políticas que darían a todo el mundo, sin contrapartidas, un sueldo mínimo que les permitiera subsistir. Y Combinator, la incubadora tecnológica más prestigiada de Silicon Valley, ha anunciado que financiará en 2017 un experimento en Oakland, California.

El argumento de los tecnoemprendedores del Valley es que, como dicen que nos aguarda un futuro en que los robots (sus robots) dejarán a mucha gente sin trabajo, algo habrá que hacer para compensarles.

Aflora sobre este tema una polémica electrónica interesante, con opiniones para todos los gustos, algunas más estructuradas y convicentes que otras. Enrique Dans, por ejemplo, repite en un lenguaje accesible, dándolos por buenos, los argumentos de los tecnoutópicos. Por contra y como sería de esperar, E. Morozov los rebate en The Guardian, en mi opinión de forma convincente. Más puntos de vista interesantes en Hufftington Post, Vice, MIT Technology Review, Bloomberg, The Guardian, y muchos otros que Google os ayudará a descubrir si os interesa.

En mi opinión, se trata de una cuestión más seria y que merece un análisis más profundo del que cabe en este blog. Apuntaré sólo un tema a debatir sobre el que pocos hacen referencia. Desde la literatura de propaganda de la Singularity University pronostican que, con la disminución de los costes de la vida que traerá la abundancia generada por sus tecnologías exponenciales,

«La Renta Universl Básica será una de las muchas herramientas que empoderen la auto-actualización a gran escala – más gente será capaz de seguir sus pasiones, ser más creativa, y pasar más tiempo en tareas más satisfactorias y de orden superior.»

Seguramente, aunque también imagino escenarios menos favorables. Hoy por hoy, el trabajo es para muchos uno de los bastiones a los que agarrarse en una sociedad líquida en que se exige a los individuos que encuentren soluciones biográficas a las contradicciones del sistema (Z. Bauman).

Hoy por hoy, cuando se pregunta a alguien «¿Quién eres?» o «Qué eres?», muy a menudo responde sobre aquello en lo que trabaja. ¿Qué pasaría a mucha gente si pierde este punto de referencia?