Se publica estos días una plétora (‘abundancia excesiva’) de artículos sobre «lo que fue más importante en 2015″ y «lo que será más importante» en 2016′ . En su conjunto producen más confusión que otra cosa, porque cada cual escribe desde su particular punto de vista y casi nadie se preocupa de ponerlo en contexto. El resultado es una cacofonía que, eso sí, nos refuerza en la confusión de lo mucho que habrá que hacer en alinear ópticas, propósitos, principios y valores si queremos que las cosas mejoren de forma sustantiva. Tema éste, el del alineamiento, para otra entrada.
El deslavazado resumen de la Harvard Business Review («What We Learned About Management in 2015, in 25 Charts and Graphics«) me parece una buena ilustración de este déficit de sentido (que se fractaliza, reproduciéndose a todas las escalas). De esos 25 gráficos, sólo me ha llamado la atención el que reproduzco, extraído a su vez de una entrevista con Erik Brynjolfsson and Andrew McAfee, los autores de «The Great Decoupling«.
El gráfico habla por sí solo. A partir de los 90 (casual o causalmente la década en la que empieza la expansión de Internet y las tecnologías digitales), el crecimiento del PIB y de la productividad no resulta en aumentos ni del empleo ni de los salarios. Ello apunta a dos asuntos que me parecen de interés.
En primer lugar, la evidencia de que es el capital, y no el trabajo, el que se lleva una parte creciente de los beneficios de este modelo de crecimiento/progreso. Estirar de este hilo nos llevaría hacia la cuestión de la desigualdad, sobre la que poco tengo que añadir. Excepto la sorpresa de que, dado que el desacople entre las rentas del capital y el trabajo lleva produciéndose 25 años, el debate sobre esta cuestión no haya explotado mucho antes.
Pero me parece tanto o más interesante constatar que, impulsado por la sinergia entre capitalismo liberal y tecnología, este modelo de progreso necesita cada vez menos a las personas como trabajadores. Pero sigue necesitándoles como consumidores. En tiempos de desempleo alto, salarios bajos y trabajo precario, podría parecer que se plantea una contradicción. ¿Cómo acabarán los consumidores pagando rentas al capital si no obtienen suficientes ingresos?
Por mucho que la HBR haya incluido este gráfico en una lista de temas de ‘management‘, creo que las respuestas a esta cuestión tienen que ver con políticas distributivas, y vendrán por tanto desde el ámbito de la ‘innovación social‘. Pero habrán sorpresas, como apuntaré en una próxima entrada.
Saludos cordiales.
El auge de los robots plantea dilemas
/0 Comentarios/en Social, Tecnológica y Digital /por Ricard Ruiz de QuerolReproduzco una porción de la portada de La Vanguardia de 25 de Enero.
Me parece acertado sólo a medias. Porque es cierto que el auge de los robots plantea dilemas. Pero no sólo económicos, ni sobre todo económicos.
Por economía de medios, cito de sólo uno de los libros que tratan más o menos directamente la cuestión:
Klaus Schwab, el CEO del World Economic Forum, escribía en la misma línea hace pocos días (en una pieza larga que vale la pena leer de arriba a abajo):
En esta línea, el auge de los robots plantea de entrada cuestiones éticas (sobre los valores, sobre lo bueno y lo malo) y políticas (como nos organizamos colectivamente para potenciar los valores que consideremos deseables). Las cuestiones económicas aparecerán sin duda en la agenda, pero deberían ser sólo subordinadas e instrumentales. En ningún caso las dominantes. De lo contrario estamos dando a la economía (o tal vez a la econocracia) vara alta sobre la ética y la política.
Recuerdo una cita de Langdon Winner, un autor que incorporo a la lista de lecturas anotadas en otro apartado de esta Web:
Se plantean varias cuestiones, pendientes para mejor ocasión:
La econocracia del uno por ciento
/0 Comentarios/en Economía /por Ricard Ruiz de QuerolTengo la impresión de que las noticias de estos días sobre la inestabilidad de los mercados financieros deben resultar incomprensibles para el 99% de la población. Resulta que ahora, en contra de lo que muchos habíamos entendido:
Para mí, e imagino que también para muchos como yo:
Sucede que nuestra manera de pensar y nuestros intereses no sólo no están alineados con los de ‘los mercados’, sino que podrían ser incluso contradictorios. Porque:
Ya se sabe que lo que guía a los inversores son las expectativas. Pero, ¿tenía sentido que esperar que China pudiera mantener indefinidamente tasas de crecimiento del 9 o 10% anual? En 2009, el PIB de China fue de unos 5.000.000 millones de dólares; en 2015 superó los 10.000.000 millones. Eso significa que para crecer al mismo ritmo de 2009, la China tiene ahora que añadir cada año a su economía el doble que entonces. Los crecimientos exponenciales acaban siempre siendo insostenibles; sólo es cuestión de tiempo.
Un comentario, antes de concluir, sobre el asunto de la inflación. Tomo un párrafo de un diario:
La inflación (el dinero de hoy vale menos que el de ayer) ayuda a pagar las deudas, pero penaliza a los ahorradores. Como hemos visto con la crisis de las hipotecas, la cuestión de las responsabilidades de la deuda, las de los deudores y los acreedores, es en el fondo una cuestión moral, no sólo económica y mucho menos un detalle técnico. Es cada vez más urgente revisar los ‘marcos mentales‘ imperantes sobre este asunto. A quien le interese esta cuestión le aconsejo sin reservas el magnífico libro de David Graeber.
Acabo. Si hemos de juzgar por las lecciones de crisis anteriores, podemos temer que la conclusión sea que ‘los mercados’ atienden a inversores (lo cual no es malo), pero también (y quizá más) a especuladores. Esos mercados (pero no todos los mercados) son instrumentos del 1%. La economía que proclaman (tomo prestada la frase de Antonio Baños) «no es más que una forma especialmente virulenta del derecho«. Una causa más que añadir a la agenda de las innovaciones sociales pendientes: revisar las bases de la economía y las finanzas, rehacer esa rama del derecho.
Saludos cordiales.
Imagen: Viñeta de Forges, publicada en El País el 14/1/2016
Los ‘techies’ dicen: «Hemos ganado»
/3 Comentarios/en Social, Tecnológica y Digital /por Ricard Ruiz de QuerolMe llama la atención una entrada en Medium con el titular que reproduzco. Si es cierto que los ‘techies’ han ganado, ¿quién ha perdido o está perdiendo? Y también, si se estaba dirimiendo una batalla o competición, ¿cuál era?
Leer más
En la red, ¿somos pescadores o peces?, ¿navegamos o naufragamos?
/0 Comentarios/en Social, Tecnológica y Digital /por RuizdeQuerolZygmunt Bauman, entrevistado por mi primo Ricardo de Querol, en Babelia, propone que:
Como las viñetas de El Roto atestiguan, Bauman no es ni el primero ni el único que opina así. La trampa a la que se refiere tiene varias dimensiones (p.e. son un sumidero de tiempo, uno de nuestros recursos más escasos). Pero pienso que tal vez la trampa más relevante sea la de proporcionar a muchos una vía de escape (quizá inconsciente) para evitar el esfuerzo de integrarse en una comunidad de sentido. Bauman menciona a este respecto que en las redes:
La base de una comunidad (‘común-unidad’) es el alineamiento de los que la componen en torno a unos determinados principios y valores. A poca reflexión que hagamos sobre las relaciones que mantenemos a diario, sabemos, que ese alineamiento pocas veces es espontáneo; y que, incluso cuando lo es, mantenerlo exige un esfuerzo persistente.
Enlazo esta reflexión con las que me suscita la lectura de «La resistencia íntima«, una publicación reciente del filósofo Josep Maria Esquirol. Extraigo un par de citas (traducidas libremente de la edición en catalán):
¿Hablamos, por ejemplo, de política?
Imágenes: Viñetas de El Roto publicadas en El País el 24/1/2012 y 31/10/2012.
Hace falta otro modelo de progreso
/1 Comentario/en Economía, Social /por RuizdeQuerolSe publica estos días una plétora (‘abundancia excesiva’) de artículos sobre «lo que fue más importante en 2015″ y «lo que será más importante» en 2016′ . En su conjunto producen más confusión que otra cosa, porque cada cual escribe desde su particular punto de vista y casi nadie se preocupa de ponerlo en contexto. El resultado es una cacofonía que, eso sí, nos refuerza en la confusión de lo mucho que habrá que hacer en alinear ópticas, propósitos, principios y valores si queremos que las cosas mejoren de forma sustantiva. Tema éste, el del alineamiento, para otra entrada.
El deslavazado resumen de la Harvard Business Review («What We Learned About Management in 2015, in 25 Charts and Graphics«) me parece una buena ilustración de este déficit de sentido (que se fractaliza, reproduciéndose a todas las escalas). De esos 25 gráficos, sólo me ha llamado la atención el que reproduzco, extraído a su vez de una entrevista con Erik Brynjolfsson and Andrew McAfee, los autores de «The Great Decoupling«.
El gráfico habla por sí solo. A partir de los 90 (casual o causalmente la década en la que empieza la expansión de Internet y las tecnologías digitales), el crecimiento del PIB y de la productividad no resulta en aumentos ni del empleo ni de los salarios. Ello apunta a dos asuntos que me parecen de interés.
En primer lugar, la evidencia de que es el capital, y no el trabajo, el que se lleva una parte creciente de los beneficios de este modelo de crecimiento/progreso. Estirar de este hilo nos llevaría hacia la cuestión de la desigualdad, sobre la que poco tengo que añadir. Excepto la sorpresa de que, dado que el desacople entre las rentas del capital y el trabajo lleva produciéndose 25 años, el debate sobre esta cuestión no haya explotado mucho antes.
Pero me parece tanto o más interesante constatar que, impulsado por la sinergia entre capitalismo liberal y tecnología, este modelo de progreso necesita cada vez menos a las personas como trabajadores. Pero sigue necesitándoles como consumidores. En tiempos de desempleo alto, salarios bajos y trabajo precario, podría parecer que se plantea una contradicción. ¿Cómo acabarán los consumidores pagando rentas al capital si no obtienen suficientes ingresos?
Por mucho que la HBR haya incluido este gráfico en una lista de temas de ‘management‘, creo que las respuestas a esta cuestión tienen que ver con políticas distributivas, y vendrán por tanto desde el ámbito de la ‘innovación social‘. Pero habrán sorpresas, como apuntaré en una próxima entrada.
Saludos cordiales.
¿Tu negociación más difícil? Contigo mismo
/0 Comentarios/en Transformación /por RuizdeQuerolLa copia de «Getting to Yes» (*) de mi biblioteca lleva fecha de 1988. En estos casi 30 años he utilizado muchas veces como guía en negociaciones de todo tipo los cinco principios que propone:
Aplicando estas reglas y ayudando a otras personas a aplicarlas me dado cuenta de que muchas veces nuestro peor adversario en una negociación somos nosotros mismos. Nuestra falta de conciencia o voluntad de enfocarnos en lo realmente importante. Nuestra dificultad en impedir que las emociones, reflejos y comportamientos estereotipados dominen sobre la racionalidad y el buen juicio.
Por eso he empezado a leer con interés el último libro de William Ury, uno de los autores de «Getting to Yes«, sobre los intríngulis de cómo negociar con uno mismo. Traduzco del prólogo:
No podría estar más de acuerdo. Sigo leyendo. En un par de días podré contar lo que haya aprendido.
Saludos cordiales.
Addenda: No puedo resistir la tentación de escribir que me parece evidente que los líderes de los partidos políticos, en Cataluña y en España, actúan deliberadamente o no como si ignoraran estos principios, básicos para una negociación eficiente.
(*) Edición en castellano. «Obtenga el sí«.
Bienvenid@s
/0 Comentarios/en Caórdica /por RuizdeQuerolSi ésta es la primera vez que aterrizáis por mi blog,
Si habéis llegado aquí desde mi blog anterior,
La vida avanza en ciclos. Algunos nos renovamos (así lo queremos o lo queremos creer) de una a otra etapa. Ésta coincide con el impulso que estamos intentando dar a Coperfield (junto con David Cortés, Xavier Jané y otros). Mi intención es que éste sea un espacio caórdico: caótico en la superficie y ordenado en el fondo.
Ordenado, ¿cómo? Ya lo veremos. Ayudar a ello es precisamente el objetivo de escribir.