La serendipia me ha llevado a escuchar la charla «The economy as a complex and evolving system» de Eric Beinhocker, un ex-McKinsey convertido en académico, autor de un muy recomendable y estimulante «The Origin Of Wealth: Evolution, Complexity, and the Radical Remaking of Economics«.

Dos cosas me han parecido especialmente destacables. La primera está reflejada en la imagen que encabeza esta entrada. Sabemos por sentido común y por experiencia que las creaciones humanas, antes de hacerse reales, existieron en la imaginación de quienes contribuyeron a crearlas. Las ideas neoliberales, luego convertidas en ideología y luego en políticas, precedieron a la institucionalición del capitalismo global actual , incluyendo aspectos como la creación de un sector financiero global y opaco, sobre cuyos daños colaterales no hace falta insistir.

La segunda es la manifestación del papel que organizaciones como McKinsey tuvieron en este proceso de institucionalización de un nuevo orden capitalista. Traduzco libremente la explicación de Beinhocker (a partir del minuto 10 del video):

«La revolución del ‘valor para los accionistas‘ . Antes, las empresas se gestionaban a partir de un modelo ‘multi-stakeholder’. Pero se produjo un gran cambio a un modelo enfocado hacia los accionistas, considerados como los únicos ‘stakeholders’ relevantes. Ello produjo un cambio enorme en el modo en que se gestionaron las compañías, y también en el trato de las empresas con los trabajadores y con las comunidades.
Tengo una experiencia personal al respecto, porque cuando estaba en McKinsey era una de las personas que recableaba empresas para maximizar el valor para los accionistas. Y éramos realmente buenos en reducir salarios, aumentar la productividad y transferir los beneficios a los accionistas. Os puedo asegurar que funcionó. »

A la luz de una confesión de este tipo, debiéramos considerar, aunque sólo fuera por precaución, la posibilidad que el desarrollo de esa Revolución Industrial 4.0 sea un ciclo más de un fenómeno como el que describe Beinhocker. Que presentar la Globalización 4.0,  como lo hace el Word Economic Forum, como una consecuencia inevitable de una evolución tecnológica imparable sea sólo una forma de encubrir lo contrario: que se impulsa el desarrollo de las nuevas tecnologías que son necesarias para instrumentar para una nueva etapa de globalización, uno de cuyos objetivos es hacer prescindibles a los humanos como fuente de producción, a la vez que convertirlos en predictibles como consumidores.

Lo avisó en su momento Manuel Castells: El paradigma informacional desplaza al industrial porque es más eficiente en la acumulación de dinero y poder.

Hay más reflexiones posibles y necesarias sobre este tema, pero las dejo para próximas entradas. Termino con una cita premonitoria de David Noble:

«Los que tienen la capacidad de dominar la ciencia y dirigirla hacia sus propios objetivos han ganado una ventaja considerable. Para ellos, la tarea competitiva de anticipar el futuro se ha vuelto más fácil, porque ahora tienen los medios para ser ellos mismos los que determinen el futuro.»

Al loro, pues.