Entienden de Economía, pero no de economía

Blog 170126

From The Economist, 14/1/2017

Encadeno una secuencia de comentarios en prensa sobre los economistas y su profesión.

Empezando por un artículo en The Guardian («Chief economist of Bank of England admits errors in Brexit forecasting«) en que el economista en jefe del Banco de Inglaterra admite «que su profesión está en crisis al no haber previsto la debacle financiera de 2008 y haber valorado mal el impacto del voto sobre el Brexit.»

Lo más sorprendente es que considere que una causa del problema es no haberse dado cuenta a tiempo de que modelos concebidos racionalmente por los economistas no podrían reflejar comportamientos irracionales de la sociedad.

«Los modelos que usábamos eran bastante estrechos y frágiles. El problema surgió cuando el mundo se vino abajo y estos modelos no eran los apropiados para entender comportamientos profundamente irracionales.»

Supongo que alguien podría contestar que justamente lo irracional es usar modelos exclusivamente racionales para modelar comportamientos humanos, que como se sabe de sobra no son siempre racionales. El mismo personaje propone en «From economic crisis to crisis in economics» que lo que procedería es:

«Apoyarse en un conjunto de disciplinas, de las ciencias naturales como de las ciencias sociales, puede proporcionar una perspectiva diferente acerca del comportamiento individual y las dinámicas sistémicas.»

A buenas horas, mangas verdes.

Quizá no por causalidad, pocos días después The Economist («To be relevant, economists need to take politics into account«) incidía en la misma línea en relación con la política, un ámbito que no se distingue tampoco por una racionalidad extrema:

«Muchos economistas se contentan con tratar la política, como la física, como algo que tiene importancia económica pero que es materia de otros ámbitos. Pero cuando ignorar estos otros ámbitos convierte en irrelevantes las recomendaciones de política económica, es esencial ampliar el campo de mirada de la profesión […] Es mucho más difícil modelizar las instituciones políticas y sociales que los mercados de trabajo o de mercancías. Pero un enfoque cualitativo podría de hecho ser mucho más científico que ecuaciones que no arrojan mucha luz sobre cómo evolucionará el futuro.»

En La Vanguardia («Trump y el péndulo de la política«), Antón Costas, economista, escribe que:

«Las élites políticas y económicas que han dominado en el último cuarto de siglo se han dejado llevar por la arrogancia y la corrupción del dinero. Han estado ociosas y complacientes sin ver las señales de viraje del péndulo. Los populistas como Trump han tenido mejor olfato para identificar los vientos del cambio […] El problema no radica, sin embargo, en los populismos. Está en la incapacidad del liberalismo arrogante para percibir los excesos y la corrupción del último cuarto de siglo. Los liberales progresistas tienen que bajar a las trincheras del debate político para proponer ideas y políticas que restituyan de nuevo la fe en el progreso y que construyan sociedades decentes y tolerantes.«

Los economistas han sido una de las élites que más han contribuido en el pasado a las políticas con sus ideas y teorías. Habrá que bajar a la Economía (la ‘ciencia’ económica) de su torre de marfil para que adquiera una mayor capacidad de explicación de la economía (el ámbito real de la actividad económica) (*). Está cada vez más claro para qué hacerlo. Pero, como en todos los procesos de cambio, hará falta también concretar quién y cómo lo hará. 

(*) Debo la distinción entre Economía y economía a la lectura de «¿Para qué sirve realmente la Economía?«

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