Construir nuevos liderazgos y reconstruir los caducos.

160411 blog«Nada es permanente, a excepción del cambio.»
(Heráclito)

«Todo lo que era sólido se desvanece en el aire.»
(
Karl Marx)

Cambiar no es difícil. Sólo hay que sentarse a esperar y las cosas cambian. Es primavera, y las plantas de mi jardín florecen. La edad hace aparecer signos visibles en nuestros cuerpos. Y otros, a veces menos visibles en nuestras almas.

Siempre ha sido así. Pero parece que los cambios, por lo menos los sociales, son ahora más rápidos que antes. Dos libros recientes, todavía a medio leer y anotar, coinciden en desentrañar las claves de un tiempo social cada vez más acelerado: Hartmut Rosa, «Social Acceleration: A New Theory of Modernity«; Judy Wacjman, «Pressed for Time: The Acceleration of Life in Digital Capitalism«.

La cuestión pues, no es cómo cambiar las cosas, porque ya cambian sin que hagamos nada, sino cómo hacer que cambien en la dirección y al ritmo que queramos.

Por eso me adhiero a la causa de una ‘innovación social maximalista‘ que aspire a ir más allá de ofrecer soluciones paliativas a paliar los efectos colaterales de los desajustes sociales. Que aspire a modificar las causas de esos efectos, que, como se percibe cada vez con más claridad, son desajustes o disfunciones institucionales.

Esa es una de las razones por las que me ha interesado una entrada en Medium («The Challenge of Massive Change«), de la que traduzco la porción que me parece más relevante:

«El cambio en este mundo necesita inversión en hacer crecer objetivos comunes, misiones abiertas, lenguages comunes, inteligencia y acción compartidas […] Es éste un cambio que nos obliga a reimaginar el liderazgo, para que pase de ser un asunto organizativo a organization uno que cree movimientos alrededor de un propósito y una misión compartidos.»

Un liderazgo distinto para un cambio de modelo enfocado a liberar la interoperabilidad de organizaciones diversas en lugar de fomentar que compitan unas con otras.  A construir verdaderos ecosistemas, en los que la inteligencia compartida y colaboración sea por lo menos tan importante como la competencia. De los contrario, los interesados en este objetivo maximalista de la innovación social no pasaremos de ser como mucho un ruido de fondo.

Entre tanto, las fuerzas del 1% avanzan a toda marcha, y además nos roban el mensaje:

«Las estructuras de gobernanza actuales se desarrollaron durante cientos de años. Aunque pueden haber sido adecuadas para un mundo en cambio lento, están listas para ser disruptadas. Mientras que la tecnología cambia a un ritmo exponencial, la gobernanza tiende a hacerlo en forma lineal. Esta discrepancia debe rectificarse.«

No dicen cómo, pero deberíamos saberlo. Los que impulsan los cambios exponenciales, sobre todo desde Silicon Valley, tienden a adoptar una política de hechos consumados. Los suyos, por supuesto.

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