Los ‘techies’ dicen: «Hemos ganado»

160109 BlogMe llama la atención una entrada en Medium con el titular que reproduzco. Si es cierto que los ‘techies’ han ganado, ¿quién ha perdido o está perdiendo? Y también, si se estaba dirimiendo una batalla o competición, ¿cuál era?

Esta cuestión me hace recordar una de las primeras entradas de mi antiguo blog:

Según Manuel Castells, el paradigma ‘informacional’ desplaza al industrial porque «es más eficiente en la acumulación de dinero y de poder«.

La cuestión del dinero está más o menos clara. Apple, Google y Microsoft están entre las cinco mayores empresas del mundo. Al mismo tiempo, también es cierto que el uso intensivo de la tecnología es uno de los factores (no el único), que contribuye al desacoplamiento entre las rentas del trabajo y las rentas del capital que mencionaba en una entrada reciente.

En cuanto a la acumulación de poder, como se reconoce en la misma entrada,

«Lo que hacemos, [decimos] y fabricamos conforma la cultura y la sociedad, influyendo profundamente en todo, desde la expresión artística hasta la política y la regulación, pasando por el modo en que vemos a nuestros amigos, familia y a nosotros mismos.»

Es una expresión del tipo de poder al que se refiere Manuel Castells:

«El poder es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales […] El poder se ejerce [también] mediante la construcción de significado.»

La creación de significados se concreta en la creación, difusión y aceptación como válidos de los ‘marcos mentales‘ que Georges Lakoff popularizó hace ya unos años: “Estructuras mentales que permiten a los humanos comprender la realidad – y en ocasiones crear lo que tomamos por realidad”.

En el ámbito tecnológico, expresiones como ‘innovación disruptiva‘, ‘smart city‘, ‘inteligencia artificial‘, ‘neutralidad de la red‘, ‘community manager‘, ‘economía colaborativa‘ o incluso ‘economía digital‘, son marcos mentales que en la práctica ocultan por lo menos tanto como lo que sugieren, y que algunos agentes utilizan interesadamente para justificar sus estrategias o políticas. Uber, por ejemplo, ensalza las virtudes de que los usuarios compartan automóviles, pero no creemos que se transforme en una cooperativa para sus conductores. Facebook o Google proclaman las virtudes de los sistemas abiertos, pero mantienen cerrados los suyos; podrían postular convertirse en un servicio público, pero no lo harán. Etcétera.

Podría seguir, pero creo que no hace falta. Con todo, resulta esperanzador que el bloguero de Medium reconozca que:

«No hemos asumido nuestra responsabilidad del modo que correspondería a la industria más rica y poderosa jamás creada. Nos imaginamos a nosotros mismos como proscritos mientras damos forma a las leyes, y nos jactamos de ser disruptivos sin la  consideración suficiente hacia las personas e instituciones a las que perturbamos. Tenemos que hacerlo mejor, y lo haremos.»

Tres deseos finales: (1) Que, en efecto, lo hagan mejor; (2) Que hayan más ‘techies’ que se apunten a hacerlo mejor; (3) Que no sean sólo los ‘techies’ los que ayuden, persuadan o fuercen a la industria tecnológica a asumir la responsabilidad social que les correspondería.

Saludos cordiales.

 

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